Mediante acciones ejecutadas por él mismo o a través de registros simbólicos con objetos, Rubén Santiago habla de la condición del hombre, de su fragilidad y lo vulnerable de sus nexos consigo mismo y con el mundo, volcando con naturalidad una mirada irónica, directa y profunda, emotiva y cerebral, que pone en crisis el consenso colectivo con gestos simples que aluden a grandes verdades.