Junto a su equipo de colaboradores, Vanessa nos propone un espacio ambiguo, entre escena y laboratorio, un recorrido físico y sonoro que responde al imaginario en su sentido más abierto.
Perrochinno es una recopilación de ideas e imágenes relacionadas con el lado misterioso de las cosas, con historias de personajes que, a pesar de tener una apariencia humana, no son de este mundo y por lo tanto nunca acabarán de encajar en él.
Durante el proceso, nos influenciamos de la imagen cinematográfica y televisiva, bebiendo de la ciencia ficción de los años 50, donde la ambigüedad es una constante. Esta temática es el lugar común al que he llegado con mis compañeros después de un tiempo. Dialogando sobre donde estamos, qué queremos y cuestiones por el estilo, he llegado a la conclusión de que vivo en un mundo donde el ojo se ha acostumbrado a asimilarlo casi todo. Llega un punto en que los límites entre realidad y ficción se emborronan dejando al ciudadano perplejo, en el mejor de los casos. En escena esto no ocurre de la misma manera. Partimos de la base de que lo que vemos es ficticio, ya que partimos de aquí; más que pretender imitar una realidad más o menos cotidiana, fantaseamos con ella.
Las personas con las que comparto el proceso en escena no son bailarines ni actores. Trabajan con materiales plásticos, instrumentos musicales y sus voces, lo cual ofrece un campo creativo muy rico en el que se combinan técnicas mixtas, además de las diferentes lecturas sobre el imaginario común.
-Vanessa M. Pinal-