Assim nao vais longe

[Así no irás muy lejos]

Gustavo Sumpta es un artista atípico en el panorama de las artes visuales en Portugal. Su trayectoria se cruza con el teatro (miembro fundador del proyecto Pogo Teatro y colaborador de los Artistas Unidos), el cine (con varias participaciones en largometrajes portugueses y en particular con el realizador Pedro Acosta en el film Juventud en marcha) y la danza contemporánea (en los proyectos Existência, O que sou não fui sozinho y Para onde vai a luz quando se apaga? de João Fiadeiro). Aun así, desarrolla también una práctica propia en artes visuales y ha participado regularmente en exposiciones colectivas e individuales, habiendo sido seleccionado en 2007 para el prestigioso Premio EDP Novos Artistas.

En sus obras transforma, con medios rudimentarios (básicamente: el trabajo y la persistencia), materiales pobres en actos visuales, en esculturas efímeras, en resoluciones estéticas.

Su trabajo en performance se inició en 2003 y se ha desarrollado a través de su participación en diversas ediciones del proyecto LAB, así como en el proyecto Case Study, ambos organizados y producidos por RE.AL. En diciembre de 2007 RE.AL organizó en el Atelier RE.AL un ciclo de 7 performances de Gustavo Sumpta que inauguró una nueva etapa en la relación profesional con este artista, asumiendo un papel de representante de sus obras. Las tres performances que se presentan en el ámbito de esta carta blanca son inéditas en España.

Notas sobre las esculturas performáticas de Gustavo Sumpta

No es fácil decidir si lo que hace Gustavo Sumpta son performances o esculturas. El campo de trabajo que asume como propio va siendo redefinido y rediseñado a cada momento. El denominador común es no privilegiar procesos, objetos o materiales, sino estar siempre reinventando el proceso de creación, así como el soporte donde éste ocurre. Su materia es una lucha peculiar contra los límites del lenguaje, de la expresión, del cuerpo y la transposición más allá de esos límites, por eso se puede decir que se trata de un arte que no obedece a las convenciones de los lenguajes artísticos establecidos. Y en este sentido, se conecta con lo que es la génesis de la performance, tal y como se entiende en la tradición de las artes plásticas y de una parte de la danza contemporánea

Pero aunque se pueda reconocer la herencia de Sumpta, su característica más marcada es ser provocador, inconformista e insatisfecho en relación a los clichés que la cultura asume en relación a los productos culturales. Por eso nada en su trabajo es panfletario ni existen manifiestos relacionados con una estética futura. El trabajo que hace lo hace sobre una base anárquica y, por lo tanto, indefinible en términos formales, materiales y conceptuales. El gesto, la acción, la performance son sus materiales originarios. La única exigencia es que todo lo que sea integrado, re-contextualizado, robado o canibalizado se relacione con el cuerpo, con los ojos, con la inteligencia. Lo que resulta después son siempre condensaciones de los vestigios que deja la presencia del cuerpo, de los límites que el cuerpo sobrepasa, de los sitios a los que llega. El reto es desafiar las leyes que rigen ese movimiento, escapar de la evidencia, de lo habitual habitable, de lo cotidiano automatizado. Puede decirse que este es su compromiso ético, moral y político.
 
No se puede decir con certeza que su trabajo sea escultura o acción, ésta resulta de aquélla y aquélla de ésta. Como mucho podemos decir, en nombre de una cierta comodidad conceptual, que son esculturas performáticas o, si se prefiere, acciones escultóricas. No se trata de un simple juego de palabras, sino que se refiere a un campo expandido en el que no sólo se localiza la escultura o la performance. Porque si las esculturas resultan de una determinada ocupación del espacio, de aquello que queda después del gesto y de la acción del cuerpo, las performances surgen de la atención prestada a la relación del cuerpo con el espacio, con los objetos, con las cosas. Los movimientos a los que asistimos son el resultado del descubrimiento de las cualidades materiales, espaciales y temporales que la materia transporta, esconde y encierra. Es decir, la escultura es una prolongación del cuerpo, de su presentación, condensación, testimonio de su existencia.

Es importante subrayar que la consciencia del espacio es el primer motor de estos trabajos y su primer resultado es la percepción de las fronteras de su ocupación. La metodología se construye sobre las premisas de que el campo visual y el cuerpo no tienen límites, lo que es una forma de resaltar la cualidad infinita de aquello que se ve y que el cuerpo siente. En el caso de Gustavo Sumpta se trata siempre de insistir en las cualidades subjetivas, es decir, humanas del mundo. El espacio siempre es el espacio de alguien, de quien lo construye: un mundo dentro del mundo, una ciudad dentro de la ciudad. La irisación de las fronteras resultante nos deja presentir la singularidad de lo que hace: su presencia no sólo ocupa el espacio, forma parte de él y, inevitablemente, inaugura un tiempo en el que las separaciones habituales dejan de tener sentido. Es decir, si el aquí y allá se funden en una especie de continuo omnipresente, el antes y el después forman una unidad indiscernible.

No se puede disociar el pensamiento sobre el trabajo de Gustavo Sumpta de una reflexión más genérica sobre lo que es la naturaleza de la escultura. Su novedad es transponer al campo expandido de lo escultórico relaciones ancestrales con la materia. Su mejor presentación es la de la criatura que está siempre probando todo lo que le rodea: la madera, el papel, los mecanismos, con la expectativa de descubrir el modo cómo las cosas funcionan vistas desde dentro, desde su propia intimidad. (…)

Este acto de comprender con los ojos, un acto de penetrar a través del cuerpo en el fondo de las cosas es una especie de intuición, un medio ver/medio pensar del que los trabajos de Sumpta son un buen ejemplo. Ya sea el suelo de un almacén, las hojas de papel por usar salidas de un rollo industrial, un listón de madera o un hilo, está siempre en cuestión ese ver desde el sitio más íntimo, casi siempre inaccesible dada la distracción constante en la que normalmente nos encontramos. Se trata de una gimnasia mental e intuitiva que penetra en esa unidad indiscernible de las cosas y que envuelve la totalidad de aquel que salta hacia dentro del núcleo más originario de las cosas. Se trata de perderse en el exterior como una forma de encontrarse a uno mismo, la identidad, reconocer la fisonomía. Y es a estos movimientos a los que cada acción, performance o escultura de Sumpta va dando una forma, una materia, un medio de ser percibidos, compartidos, comunicados. Cualquier cosa presentada como un secreto. Y de compartir este secreto, que el artista cuenta a los oídos de los que quieran escuchar, nace una comunidad compuesta por vivos y muertos, por el aquí y el allá, el antes y el después.

Nuno Crespo

Textos de presentación del ciclo de performance de Gustavo Sumpta organizado en diciembre de 2007 en el Atelier RE.AL, Lisboa:

¿Cómo proyectar un proyecto?

El cuerpo como espacio (en) abierto. Ese es el presupuesto que ha permitido a RE.AL, desde el inicio de los años noventa, usar la disciplina de la danza como espacio-potencia de ese mismo cuerpo. Incluso cuando lo ponemos en cuestión. Sobre todo cuando lo ponemos en cuestión. Gustavo Sumpta nos da, de una sola vez y en bandeja, ese cuerpo directo (y en directo) del que siempre estamos hablando. Es un cuerpo sin mierdas y libre. Está ahí y punto. No intenta explicar (aunque nada le ocurre por casualidad) y no intenta proyectar (¿cómo proyectar el proyector?). Y si la danza es el arte del movimiento, entonces el movimiento que Gustavo propone es el único movimiento que nos interesa: ir en la dirección de la pregunta (en oposición a la respuesta), en la dirección de la revelación (en oposición a la creación), en dirección a lo bruto (en oposición a lo puro). La presencia de Gustavo en RE.AL (desde hace siete años) ha dejado huella. Participó en LABs con Pogo Teatro y en nombre propio (LAB10, 11 y 12), fue cómplice en nuestras creaciones (Existência, O que eu sou não fui sozinho, Para onde a luz vai quando se apaga?) y siempre dijo lo que tenía que decir, incluso cuando callaba. Ahora, con este ciclo, queremos que él nos marque definitivamente y sin pudor. Queremos que su mano se confunda con la nuestra y que su discurso, su práctica y su mirada nos ayuden a abrir el agujero que, por defecto, nos obstinamos en cerrar.

João Fiadeiro

Hoy no hay espectáculo

Gustavo Sumpta pensó en llamar Hoy no hay espectáculo la exposición individual (de trabajos no performativos) que realizó en la Galería VPF Cream Arte en enero de 2007. El título quedó guardado, tal vez para una próxima oportunidad, pero aprovechó para aplicarlo a los mismos trabajos performáticos de Gustavo. Porque, de hecho, no se trata de espectáculos. Sería más apropiado hablar de acciones que acaban en piezas efímeras de arte visual. Son acciones que, en sí, por sí, no representan nada, no hay nada que interpretar en su interior, no hay simbología, no hay narrativa. Representan lo que son. Es el acto (el hecho) de cortar una hoja de papel, de subirse encima de caballetes o de tablones. Son lo que representan. No obedecen a reglas de construcción, rítmicas, narrativas o dramatúrgicas. Todo se hace (previa y repetidamente preparado) para que el espectador no vea otra cosa que no sea el hecho de ver a alguien que hace lo que esta haciendo (y tiene que hacer). Cortar una hoja de papel, subirse encima de caballetes o de tablones.

El espectador asiste al nacimiento de algo en transformación, que va al encuentro de su fin, de su finalidad, y que acaba por existir como forma. Así, la performance es meramente un espacio de tiempo que el espectador y el artista comparten. Es el tiempo necesario para que una acción se efectúe y cumpla con su objetivo. Ese tiempo está regido por las reglas universales de la física –si tiro una piedra, caerá en un segundo; si tiro una hoja de papel, caerá en dos o dos segundos y medio– y de la lógica –necesito más tiempo para pintar una pared entera que para pintar una parte de esa pared–. Ese tiempo proporciona una densidad, una sedimentación de capas de acción, pone a prueba la resistencia del espectador, pone a prueba la solidez del proyecto, sirve de base, de masa invisible donde el performer evoluciona. Ese tiempo es el tiempo necesario para que lo que se ha pensado (la idea), trabajado (la posibilidad material de realizar la idea descontaminándola de implicaciones simbólicas) y ensayado (la ejecución) sea efectuado en público. Se trata pues de un tiempo preparado, cuya preparación consistió en crear las condiciones para que el espectador se sienta invitado a asistir al nacimiento y la ejecución de una obra en tiempo real.

La obra nace en el momento en que la performance acaba. Nace y muere en el momento siguiente. La obra es la última imagen de ese tiempo que se prolongó y que acabó de terminar. Es la última capa de esa sedimentación que proporcionó el tiempo de la performance. Al acabar su actuación, el artista se lleva con él la obra, sólo deja una impresión, un recuerdo, un rastro sin restos, una chispa en la cabeza del espectador.

Mañana tampoco habrá espectáculo.

David-Alexandre Guéniot  

Performance de Gustavo Sumpta

Duración: 35min
Papel, linterna de dinamo, una piedra, hilo, 4 carboncillos. Primera presentación: Atelier RE.AL, 5 de diciembre de 2007.

Foto Patrícia Almeida ©RE.AL 2007